lunes, 1 de abril de 2013

La historia del carpintero y las 12 sillas

¿Qué hacer el primer día de clase de un curso de periodismo?

Roberto Herrscher


Primero, una aclaración necesaria: “qué hacer” es una pregunta bien grande. Lenin, un candidato presidencial, el líder de una secta o de una nueva corriente artística se animan a indicarnos qué hay que hacer. Yo soy de la tribu de los “y yo qué sé”. Me atrajo el desafío de FronteraD, pero la acepto con la condición de que lo mío se transforme en un “esto es lo que hago yo; después cada uno que haga lo que le surja”.

Con esa premisa, que me libera de miedos, parto a contarles lo que suelo hacer en ese día en que los que llevamos bastante dando clases (yo casi un par de décadas) todavía nos inspira respeto: el primer día.

¿Qué hacer después del “buenos días”?


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Los nuevos alumnos entran al aula con cautela, como si estuvieran pisando vidrios rotos, y se sientan en las sillas dispuestas en forma de herradura. Los alumnos del Máster en Periodismo de la Universidad de Barcelona, que dirijo, suelen venir de una decena de países y un puñado de idiomas, y algunos están casi tan nerviosos como yo.

Primero, propongo la habitual rueda de presentaciones: en un minuto, que cada uno nos cuente a los demás quién es, de qué planeta viene y por qué está aquí. Algunos recitan su currículum, otros piensan que hay que hablar bien del programa. Pero en cuanto uno cuenta una historia, los siguientes se dan cuenta de que tienen esa libertad: a lo largo de los años he oído historias sobre conversaciones con el abuelo, sobre discusiones con la jefa, sobre una frase inspiradora de un maestro, o sobre el estado del periodismo en su país (sobre todo si el país es Venezuela).

Y entonces, cuando creen que el ejercicio terminó, es cuando realmente comienza.(+)